El 13 de mayo de 2025, París volvió a convertirse en epicentro mediático, esta vez no por la alta costura ni por la diplomacia internacional, sino por la comparecencia de una de las figuras más conocidas del mundo del entretenimiento y los negocios: Kim Kardashian. La influencer y empresaria estadounidense se presentó en el histórico Palais de Justice para testificar, por primera vez, en el juicio contra la banda acusada de haber perpetrado uno de los robos más espectaculares en la historia reciente de Francia.
El robo que estremeció al mundo
Todo ocurrió la madrugada del 3 de octubre de 2016, en plena Semana de la Moda de París. En aquel entonces, Kardashian, de 35 años, se encontraba alojada en un discreto hotel boutique conocido por su clientela de alto perfil. La tranquilidad del lugar se vio abruptamente interrumpida cuando cinco hombres, vestidos como agentes de policía, lograron entrar en la habitación de la celebridad.
En apenas diez minutos, la banda sometió a Kim Kardashian, la amordazó y la encerró en el baño. El botín fue de unos 10 millones de dólares en joyas, entre ellas su anillo de compromiso valorado en cuatro millones, regalo del rapero Kanye West, quien era su esposo en ese momento. El robo no solo fue audaz y violento, sino que también evidenció fallas de seguridad que más tarde serían duramente cuestionadas.
El regreso a París: entre el miedo y la justicia
La presencia de Kardashian en París en 2025 tiene un fuerte peso simbólico. Durante años evitó regresar a la ciudad que le dejó una marca imborrable en su vida. Su participación en el juicio representa no solo un paso hacia el cierre emocional, sino también un acto de valentía y determinación por hacer justicia.
Acompañada por su madre, Kris Jenner, Kim
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